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Con motivo del Día Mundial del Clima que se celebró el pasado 26 de marzo, debemos aprovechar para poner el foco de atención en los impactos medioambientales que podría tener la Inteligencia Artificial en nuestra sociedad. Por un lado, efectos positivos, como optimización del uso de recursos y la gestión ambiental, pero también hay que tener en cuenta la contaminación que genera esta IA.
La faceta más sostenible de la IA

Las innovaciones y nuevas tecnologías punteras desarrolladas en la actualidad, aparte del gran impacto positivo que suponen en nuestro día a día, con todos los beneficios que nos aportan tanto en el ámbito personal como profesional, suelen venir de la mano de otras consecuencias más negativas. En el caso de la Inteligencia Artificial (IA), la contaminación es la carga más pesada que debe soportar.

Para conocer su alcance real, hay que tener en cuenta la infraestructura que requiere, en la que se incluyen los centros de datos, procesadores y otros equipos informáticos especializados. Un ejemplo de esto es el caso de los modelos generativos como Chat GPT, cuyo entrenamiento de GPT-3 supuso un gasto energético de 78,437 kWh (lo equivalente al consumo medio de un hogar español durante 23 años). Por ello, se están investigando nuevas formas de mitigar el uso energético para que sea mucho más sostenible, como puede ser implementar el uso de energías renovables, optimización de estos centros mediante la refrigeración con circuitos cerrados de agua, o la inversión en tecnologías que conviertan a la IA en sostenibles, todo ello sin renunciar a la innovación.

La IA es una herramienta clave para afrontar algunos retos que se nos plantean a día de hoy. De hecho, la IA nos muestra su cara más amable, pudiendo convertirse en un facilitador a la hora de cumplir con los objetivos de sostenibilidad de la Agenda 2030. Según el estudio "How AI can enable a Sustainable Future" de PwC, ésta tiene aplicaciones significativas en la optimización del uso de recursos y la gestión ambiental, especialmente en sectores como la agricultura, la energía, el transporte y en los recursos hídricos. Cabe destacar su papel en la mejora de la eficiencia energética, la agricultura de precisión, y la predicción y gestión del tráfico. Es especialmente útil en la transición hacia una economía baja en carbono y en la conservación de recursos naturales, ya que es fundamental en la monitorización ambiental y la prevención de desastres naturales como pueden ser terremotos o tsunamis.

Para lograrlo, se continúa investigando con nuevos usos, para que sea aún más ecológica y reduzca sus niveles de gasto energético. Se producirá una nueva ola de computación óptica fundada en la creación de semiconductores basados en el uso de fotones, reemplazando el uso de la electricidad, para realizar cálculos con mayor rapidez y en menos consumo energético, según un estudio de la Universidad de Pensilvania. Los investigadores afirman que podría ser entre 1.000 y 10.000 veces más rápidos que los chips tradicionales, y en un menor consumo. Un tipo de chips que, según Coherent Market Insights, generará un volumen de negocio superior a los 8.000 millones de dólares en 2030.

La IA tiene la posibilidad de convertirse en una gran aliada en nuestros esfuerzos por proteger el medioambiente. Es por ello que, desde las grandes compañías, como es el caso de Ingram Micro, debemos liderar el camino hacia un futuro tecnológico mucho más verde. Debemos continuar invirtiendo en investigación y desarrollo de tecnologías sostenibles, así como educar y empoderar a nuestros clientes y socios sobre las mejores prácticas en sostenibilidad en diferentes segmentos. Ya sea en el campo de la IA, la movilidad sostenible, el uso de energías renovables, así como apostar por la economía mediante la refabricación, reutilización y reciclaje de dispositivos, nos sirven para concienciar sobre el impacto de la huella de carbono en nuestro compromiso por surtir tecnología al 90% de la población global. De este modo, con ayuda de todos los actores de la industria IT, se conseguirá disfrutar de la IA de la manera más sostenible posible.

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