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Del 21 al 23 de febrero se celebró en París un evento emblemático en la industria de la moda: el foro de la OCDE sobre debida diligencia para cadenas de suministro responsables en el sector textil y del calzado. El objetivo principal de este encuentro anual es apoyar la implementación de las Líneas Directrices de la OCDE para Empresas Multinacionales sobre Conducta Empresarial Responsable en este mencionado rubro.
 Fast fashion vs. prácticas responsables: ¿están las cadenas de valor a la altura de este avance?

Las Líneas Directrices de la OCDE son el primer instrumento internacional que incorpora el concepto de debida diligencia basada en el riesgo. Su finalidad es que todos los operadores de cualquier industria mejoren sus prácticas de suministro y reduzcan los impactos negativos relacionados a su actividad, a través de la due diligence recomendada.

Cada año, las cadenas globales de suministro se tornan más complejas, pudiendo abarcar a países totalmente opuestos. Esto presenta desafíos para el último comprador/eslabón, ya que debe evaluar a múltiples actores involucrados en su cadena para evitar que sus prácticas de suministro se vinculen a vulneraciones de derechos humanos o afecten al medio ambiente.

Entre los recursos que emplean las Líneas Directrices de la OCDE se encuentran las Guías de debida diligencia, una suerte de manuales prácticos diseñados para ayudar a las empresas a implementar un sistema de debida diligencia que les permita identificar y gestionar los riesgos en sus cadenas de suministro, así como comunicar estas prácticas a todas las partes interesadas.

Considerando la complejidad de ciertas cadenas de suministro, existen cinco guías específicas para las siguientes industrias: el sector extractivo, minerales provenientes de áreas de conflicto o de alto riesgo, sector agrícola, sector financiero y, por último, el sector que nos ocupa.

En el caso del sector de la indumentaria y el calzado, los principales riesgos identificados están relacionados con los derechos de los trabajadores, por lo que la Guía de la OCDE de debida diligencia para cadenas de suministro responsables en el sector textil y del calzado, está perfectamente alineada con las Declaraciones de la OIT.

Retomando el contexto del foro, su importancia deviene en ser un lugar neutral para reunir a diversos actores como empresas, gobierno y sociedad civil, con la finalidad de que cada uno pueda compartir su experiencia y conocimiento y, exponer su punto de vista desde su posición en la cadena de valor.

El foro se celebra anualmente desde el 2014 y si bien todas las ediciones comparten un objetivo en común, cada encuentro fue incorporando tendencias y cuestiones emergentes que reflejan la evolución de la industria en términos de conciencia y responsabilidad.

En este contexto, desde el 2018 el foro orientó su preocupación hacia los impactos ambientales y la necesidad de un salario digno, dos consecuencias directamente relacionadas a una problemática actual: la fast fashion.

La moda rápida o desechable es una tendencia que nació en los 90 como respuesta a una nueva demanda de mercado: moda más económica y cambiante.  

La constante oferta de nuevas colecciones a precios bajos ejerce presión sobre la cadena de suministro, aumentando riesgos típicamente presentes, como las largas jornadas laborales y la contaminación ambiental debido al desperdicio.

El concepto de fast fashion, no se trató explícitamente en las agendas del foro hasta el momento, sin embargo, se abordó el tema de la moda y el diseño circular. Paralelamente, la Comisión Europea muestra cada vez más preocupación por estas conductas.

Un ejemplo de esta inquietud, es la nueva propuesta impulsada por el Comité del Medio Ambiente de reducir los desperdicios de alimentos y textiles generados en toda la Unión.

Específicamente, la propuesta de Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo por la que se modifica la Directiva 2008/98/CE sobre los residuos, revela que los desechos de  prendas de vestir y del calzado ascendieron a 5,2 millones de toneladas, lo que supondría a 12 kg por persona al año y sólo en la UE.

La propuesta encuentra sus principales fundamentos en los principios de “quien contamina, paga” y el de “jerarquía de residuos”. Este último, otorga prioridad a la prevención, la preparación para la reutilización y el reciclado de textiles, frente a otras formas de gestión de residuos.

¿Pueden las empresas individualmente abarcar de manera responsable los riesgos asociados con estas demandas del mercado? ¿Es posible acercar al consumidor una moda ética y sostenible, pero a su vez que sea sequible?

En cada foro de la OCDE, se hace hincapié en la importancia de las alianzas sectoriales para impulsar cambios en las prácticas y comportamientos del mercado. No caben dudas de que los esfuerzos individuales son insuficientes, por lo que es necesario actuar de manera conjunta para fomentar cambios sistémicos y mitigar el impacto de esta tendencia voraz.

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