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En este artículo, exploraremos cómo la reciente tragedia en Rio Grande do Sul ha transformado la percepción del voluntariado, pasando de ser considerado una actividad secundaria para aquellos con tiempo y recursos, a desempeñar un papel central en la respuesta ante emergencias. Analizaremos los desafíos que enfrentan los voluntarios, la falta de coordinación gubernamental y las acciones necesarias para fortalecer y planificar mejor el voluntariado en situaciones de crisis.
El voluntariado: de la periferia al protagonismo en tiempos de crisis

Comencemos reflexionando sobre un pasado y un futuro que no están tan distantes, donde el voluntariado era percibido como una actividad para aquellos con mucho tiempo libre y recursos disponibles. En aquel entonces, el voluntariado, en ausencia del respaldo gubernamental —salvo en contadas excepciones—, se consideraba marginal, no central, incluso para la mayoría de las empresas que promovían el voluntariado entre sus empleados.

Sin embargo, en el contexto actual, la tragedia que ha golpeado a Rio Grande do Sul ha cambiado radicalmente esta percepción. El voluntariado recupera el lugar que siempre mereció: el centro de la narrativa. Ahora, los voluntarios son los protagonistas de las noticias, descritos como héroes anónimos, la fuerza motriz detrás de la movilización y la ayuda, realizando acciones en condiciones adversas y con recursos limitados. Estas historias no sorprenden a quienes trabajamos con voluntarios y voluntarias, pues conocemos su dedicación y compromiso.

Es esencial recordar que esta tragedia no es un caso aislado, sino parte de un patrón. Los voluntarios son los primeros en responder y los últimos en retirarse en situaciones de emergencia. Mientras tanto, las fuerzas gubernamentales se ven restringidas por protocolos y regulaciones que a menudo dificultan su acción.

La actitud voluntaria es lo que impulsa a miles de personas a dejar todo y contribuir, a menudo arriesgando su propia seguridad. Aunque no se alienta ni se recomienda, es una muestra de la falta de coordinación, especialmente en la gestión de crisis en los municipios brasileños. Aunque existen defensas civiles, la mayoría de estas agencias carecen de una planificación efectiva para coordinar la acción de los voluntarios en grandes desastres.

Es necesario establecer una coordinación efectiva para el voluntariado en casos de crisis, algo que debe ser pensado y planificado con antelación. Esta tragedia eventualmente pasará, y Rio Grande do Sul se recuperará. Sin embargo, es crucial aprender de esta experiencia para estar mejor preparados para futuros desafíos.

Es cierto que existen esfuerzos individuales para mejorar esta situación. Se están llevando a cabo acciones diarias para minimizar estos problemas, incluyendo el diálogo continuo con los gobiernos. No obstante, es importante reconocer que aún queda mucho por hacer y que se necesita el compromiso de más personas para abordar este desafío de manera efectiva.

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