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Con motivo del Día Mundial del Comercio Justo, que se celebra el próximo sábado 11 de mayo, se ha divulgado un informe alarmante que concluye que, en la producción convencional de café, té, azúcar, cacao, ropa y productos de cuidado personal, se esconde una realidad de explotación infantil, condiciones laborales abusivas e ingresos por debajo del salario mínimo. Sin embargo, hay buenas noticias: existen alternativas y es posible consumir de manera ética.
Consumir también puede ser un acto de justicia social

El modelo de consumo actual es insostenible e injusto por varias razones fundamentales. En primer lugar, está basado en la explotación desmedida de recursos naturales, lo que conduce a la degradación del medio ambiente y al agotamiento de los ecosistemas. Este enfoque extractivista no solo amenaza la biodiversidad, sino que también contribuye al cambio climático y sus consecuencias devastadoras. Además, las lógicas de producción y consumo actuales fomentan la desigualdad social y económica. Se sustenta en cadenas de producción globales donde los trabajadores, especialmente en países en desarrollo, son sometidos a condiciones laborales precarias, salarios bajos y en muchos casos, explotación infantil. Esta explotación perpetúa un ciclo de pobreza y marginación que afecta a millones de personas en todo el mundo. Por otro lado, el consumismo desenfrenado promovido por este modelo genera un exceso de producción y consumo de bienes que, en muchos casos, son innecesarios o de corta duración. Esto genera toneladas de residuos que terminan contaminando el medio ambiente y agotando los recursos naturales, contribuyendo aún más a la crisis ambiental.

La bueno noticia es que cambiar esto depende de nosotros, las y los consumidores.  Bajo el lema “Le sienta bien a todo al mundo” las organizaciones de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo se unen al Día Mundial del Comercio Justo el sábado 11 de mayo. Con esta jornada, alertan de las condiciones abusivas de trabajo, los precios ínfimos, la explotación infantil o el deterioro de la tierra que se esconden detrás de productos tan cotidianos como la ropa, el café o los artículos de cuidado personal. Ante ello, recuerdan a consumidores y consumidoras que los productos de Comercio Justo protegen los derechos humanos y el medioambiente. 

Pobreza, condiciones de trabajo inhumanas, precios muy por debajo de costes, salarios míseros, explotación infantil o deforestación son algunas de las problemáticas que se esconden detrás de productos tan cotidianos como el café, el té, el azúcar, el cacao, la ropa o los artículos de cuidado personal, y que han sido analizados en el informeEl Comercio Justo le tienta bien a todo el mundo”. Estos artículos tienen en común una cadena de desigualdad: el cultivo de sus materias primas se realiza principalmente en países de América Latina, Asia o África, mientras que la mayor parte de su valor añadido e ingresos millonarios quedan en el Norte global repartidos entre unas pocas empresas multinacionales.

Pero, ¿de qué hablamos cuando decimos Comercio Justo? Nos referimos a un enfoque comercial que busca promover la equidad, la sostenibilidad y la dignidad de los productores, especialmente aquellos en países menos desarrollados. El Comercio Justo se basa en principios como garantizar salarios justos y condiciones laborales adecuadas para los trabajadores, así como fomentar la protección del medio ambiente y el respeto por los derechos humanos. En el contexto del Comercio Justo, se establecen relaciones comerciales directas entre productores y consumidores, evitando intermediarios que a menudo reducen los ingresos de los productores. Esto permite que los agricultores y trabajadores obtengan precios justos por sus productos y tengan una voz activa en el proceso comercial.  Además, el Comercio Justo se centra en promover la igualdad de género y la participación democrática en las organizaciones de productores. Esto significa que se prioriza la inclusión de mujeres en las actividades productivas y se busca empoderarlas económicamente.

El reciente informe publicado revela los impactantes efectos del cambio climático en la producción de café. Las sequías, lluvias torrenciales y fluctuaciones de temperatura están provocando una disminución tanto en la cantidad como en la calidad de las cosechas. Alarmantemente, varios estudios advierten que, de no implementarse un plan efectivo para contrarrestarlo, la superficie apta para el cultivo del café podría reducirse a la mitad para el año 2050. A pesar del aumento en los precios en el mercado internacional, esta tendencia no se traduce en beneficios para los 25 millones de personas involucradas en la producción de café. Los caficultores, predominantemente ubicados en regiones empobrecidas y altamente vulnerables al cambio climático, están viendo disminuir aún más sus ya escasos ingresos, llegando en muchos casos a ser menos del 40% del salario mínimo. Una situación similar experimentan quienes se dedican a la producción de cacao o té.

En otro ámbito, los expertos encargados del informe señalan que la industria textil, siendo la segunda más demandante de agua, contribuye a la perpetuación de la pobreza. El 75 % de la mano de obra involucrada en esta industria se encuentra en países asiáticos. A pesar de los compromisos voluntarios asumidos por las empresas del sector, las condiciones laborales continúan siendo inhumanas, con jornadas de trabajo que llegan a extenderse entre 12 y 16 horas al día, seis o incluso siete días a la semana. Además, existe una falta alarmante de condiciones de seguridad y salud en el lugar de trabajo, y los salarios apenas alcanzan una cuarta o quinta parte de lo necesario para cubrir las necesidades básicas.

En contraste, el sector de la cosmética natural, que actualmente representa una industria de 48.400 millones de dólares, está experimentando un crecimiento significativo. Varios estudios pronostican un aumento anual del 5% en los próximos 10 años. El karité es uno de los principales ingredientes de esta industria. Según la FAO, cada año se exportan entre 40.000 y 75.000 toneladas de este producto desde África hacia Europa, y su recolección y procesamiento son llevados a cabo por alrededor de 16 millones de mujeres en África subsahariana. Sin embargo, a pesar de la importancia de esta materia prima, el salario de estas mujeres es inferior a 1,25 dólares al día.

Reivindicaciones ante las elecciones europeas 

Finalmente, cabe destacar que, además de la publicación del informe, ante las elecciones europeas (el próximo 9 de junio), las organizaciones de Comercio Justo reivindican a los partidos candidatos al Parlamento Europeo una aplicación ambiciosa de la directiva recientemente aprobada que responsabiliza a las empresas de sus impactos negativos en las personas y el medio ambiente en cualquier lugar del mundo donde se realice su producción.

Para garantizar la protección de los derechos humanos y el medio ambiente en la producción de alimentos, ropa o artículos de cuidado personal, las organizaciones de Comercio Justo reivindican una aplicación ambiciosa de la directiva de debida diligencia recién aprobada. Esta norma responsabiliza a las empresas de sus impactos negativos sociales, humanos y ambientales en su cadena de producción dentro y fuera de la Unión Europea.

 

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*La celebración del Día Mundial del Comercio Justo está promovida en nuestro país por la Coordinadora Estatal de Comercio Justo y cuenta con financiación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo. La agenda completa de actos se puede consultar en www.comerciojusto.org

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