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Cuando la democracia ya no se vota

"Transformar la forma en la cual entendemos nuestra democracia es la clave para su supervivencia."

 

A meses para las elecciones municipales, la maquinaria electoral empieza a ponerse en marcha, los partidos elaboran sus estrategias y el electorado es bombardeado con mensajes de todo tipo, muchas veces sin conocimiento de ello.

Sin embargo, y a pesar de la importancia que reciben las elecciones en un sistema democrático como el nuestro, la realidad es que las tendencias entre el electorado han cambiado mucho en los últimos tiempos. Hoy en día los procesos electorales están dominados por una gran volatilidad en la fidelidad del voto, altos porcentajes de indecisión a dos semanas de la cita electoral y, en el caso de las personas jóvenes, por una creciente desafección y desconfianza en relación con las instituciones políticas.

A pesar de las bondades que se nos ha enseñado sobre la democracia, bien es verdad que muchas personas jóvenes no se sienten atraídas por esta manera de escoger a los y las representantes que, en nuestro nombre, toman decisiones de enormes implicaciones en nuestras vidas. Muchas de estas personas no confían ni en los partidos políticos ni en las instituciones, en la mayoría de los casos producto de la incapacidad de las dos para dar soluciones a los retos a los cuales se enfrenta la juventud de hoy en día.

¿Cómo es posible que una juventud tan politizada por causas como el feminismo o el ecologismo sienta tan lejanas las instituciones democráticas, instituciones que, sin embargo, son las que podrían aterrizar y consolidar sus demandas? ¿Responden las formas tradicionales de participación política a los intereses de las personas jóvenes?

Diferentes son las explicaciones que dan respuesta a esta pregunta, pero hay una de realmente destacable: las elecciones ya no son el único escenario sobre el que plasmar reivindicaciones políticas ni la única herramienta para interaccionar con aquellas generaciones más jóvenes. Actualmente, las prácticas de participación preferidas por la juventud son las de protesta por encima de la participación institucional, donde se firman peticiones antes de colaborar con un partido político o se utilizan las redes sociales como fuente de información antes que los periódicos, según el Informe Injuve 2020. Pero estas formas de participación son, en la mayoría de los casos, ejercidas como reacción, no como un proceso que implique estas personas en un cambio. La clave reside en la involucración de las personas jóvenes en los procesos de toma de decisiones, es decir, la juventud quiere sentirse protagonista de las transformaciones que suceden en el mundo.

Cuando hablamos de involucración, hablamos de que estas generaciones sean parte integral del proceso de toma de decisiones. Que sus pensamientos, opiniones e inquietudes formen parte de este y se tengan en cuenta a la hora de formular políticas que transformen nuestra sociedad, su sociedad. Desde el contacto entre la juventud y las formaciones políticas, desde el activismo hasta la propia iniciativa, son muchas las formas en las que esta manera de concebir la formulación de políticas públicas puede llevarse a cabo.

Es responsabilidad de las instituciones democráticas buscar formas para involucrar a la juventud en los procesos de decisión y elaboración de las políticas públicas, porque es este el primer paso para revertir la constante desafección de este segmento de la población y fomentar un debate público útil y de calidad. Una implicación más allá de las elecciones periódicas y que responda a un compromiso real con una democracia participativa y deliberativa, incentivando iniciativas de reciprocidad entre instituciones y ciudadanía.

La democracia no puede continuar ejerciéndose solo votando. Necesitamos mecanismos que tengan en cuenta la voluntad de las personas jóvenes de involucrarse en la toma de decisiones y la elaboración de políticas públicas. Si queremos hacer frente a las profundas transformaciones del mundo actual a las cuales nos enfrentamos, es vital replantear la forma en la cual entendemos nuestra democracia

 

Mireia Orra de Salsas y Jonás Corrons Martí 

 

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