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En 2021, un 62% de los jóvenes entre los 16 y los 30 años expresaron una valoración positiva hacia la Unión Europea. En España, ese porcentaje sube hasta el 70%. En un país profundamente europeísta, los jóvenes destacan por estar especialmente concienciados con la relevancia de la pertenencia al club europeo. Aun así, la concienciación no es suficiente; tenemos que conocer la Unión Europea.

Los y las jóvenes entendemos de alguna manera que la prosperidad de nuestra sociedad viene de unirnos a aquellos que se parecen a nosotros en forma de vida, valores, defensa de la libertad y la democracia, etc. También entendemos que algunos de los grandes retos a los que nos enfrentamos, como el cambio climático o la digitalización, los cuales definen a nuestra generación, pasan por soluciones que no pueden depender únicamente de un estado, sino del músculo político, económico, e incluso demográfico de un mayor número de soberanos.

Por todo ello, la Unión Europea es el mayor agente de cambio al que tenemos acceso. Es el conjunto de instituciones que nos puede permitir alcanzar la sostenibilidad económica, social y medioambiental, la garantía de los derechos humanos, y la tan ansiada justicia social. La Unión Europea trabaja por la reducción de las emisiones de 450 millones de personas y por una transición justa y decidida hacia una economía verde; compra vacunas para garantizar la seguridad de la ciudadanía europea, sin poner unos Estados Miembros contra otros, al tiempo que dona millones de dosis a COVAX; elimina el roaming y garantiza que los productos que llegan a nuestras mesas sean seguros, saludables y de calidad, etc. Esta macroentidad propone cambios sustanciales y medidas que impactan continuamente nuestro día a día. Pese a todo, y sin ánimo de idealizarla, la Unión Europea sigue siendo un organismo complejo, en ocasiones lento, en el que conjugar los intereses de 27 países miembros es extremadamente difícil dependiendo del tema a tratar, lo que a menudo lleva a resultados subóptimos. En ocasiones también toma decisiones equivocadas y ejecuta políticas que no son acertadas. Sin embargo, sigue siendo nuestra mayor herramienta de cambio. Si esto es así, ¿por qué no la conocemos?

Por nuestro lado, los y las jóvenes de hoy en día somos una generación con ambición de cambio. Queremos generar un impacto, dedicar nuestro esfuerzo y trabajo a la mejora del mundo en el que vivimos y contribuir a los cambios sociales que consideramos vitales para solucionar algunos de los grandes retos a los que nos enfrentamos. La juventud mundial ha conseguido colocar en las agendas nacionales e internacionales temas que ahora son imprescindibles, como el cambio climático y la protección del medioambiente, o la igualdad de género. Por ello, la juventud no puede olvidarse de la Unión Europea para generar esos cambios.

Tenemos que hacer un poco de autocrítica: nos enfrentamos a retos tremendamente acuciantes y no podemos esperar recibir sin dar un mínimo a cambio. Es importante que sepamos qué es la Unión Europea, qué hace y qué aspectos de nuestra vida se ven afectados por su labor. Es vital que nos impliquemos con el proyecto europeo, que entendamos en qué consiste, y que participemos para poder incidir en dichos cambios. Si no, nunca podremos demandar de ella las mejoras que buscamos a nuestro alrededor. Para poder quejarnos y decir qué hace falta, primero hay que saber a quién hay que llamar.

Esto no significa convertirnos en expertos y expertas del derecho comunitario, y tampoco ser autodidactas. La responsabilidad no es únicamente individual. Parte del esfuerzo debe venir de programas educativos que traten la Unión Europea, una comunicación política que coloque el crédito de las decisiones donde se debe, y una consideración de la actualidad europea como actualidad nacional en los medios de comunicación. La finalidad es que, igual que sabemos más o menos qué es el Congreso de los Diputados, qué pasa cuando votamos en las elecciones nacionales y quiénes son los líderes de los principales partidos políticos, tengamos al menos esa vaga concepción también aplicable a la Unión Europea y sus instituciones.

La participación y la información es, hasta cierto punto, una obligación para poder demandar posteriormente los resultados que queremos en los temas que consideramos prioritarios. No se puede protestar, pretender incidir o trasladar preferencias a unas instituciones cuyos nombres ni siquiera conocemos.

Para que nuestros derechos sigan protegidos y nuestras ideas estén presentes, los y las jóvenes tenemos que seguir abanderándonos y hacer nuestros el color azul y las estrellas amarillas. Esto significa implicarnos con Europa y conocerla para mejorarla y así, saber qué número hay que marcar cuando descolguemos el teléfono para decir cómo hay que hacer las cosas. ¿Nos ponemos a ello?

 

Bibliografía:

Centre Kantar sur le Futur de l'Europe. (2021). Country Focuses - Desk Research: European Youth in 2021. Obtenido de https://www.europarl.europa.eu/at-your-service/files/be-heard/eurobarometer/2021/youth-in-europe-2021/country-focus-en.pdf

Centre Kantar sur le Futur de L'Europe. (2021). Desk Research: European Youth in 2021. Obtenido de https://www.europarl.europa.eu/at-your-service/files/be-heard/eurobarometer/2021/youth-in-europe-2021/ppt-european-youth-2021-en.pdf

 

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