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Excelente entrada de Alberto Andreu sobre “Ocho claves para gestionar la ética empresarial” en Diario Responsable (aquí). Su punto de partida es que la ética se puede gestionar. O mejor, que se debe gestionar: la ética no aparece sola en las organizaciones, si no hay acciones concretas para hacerla crecer. Sus ocho claves son:

  1. No tener miedo a iniciar el camino hacia la ética. O sea, huir de la falsa impresión de que o se es ético al 100% o no vale la pena empezar. A eso le llaman pereza. O soberbia: si no soy el mejor, no quiero participar en la carrera.
  2. Contar con un código ético, que recoja las reglas de actuación con clientes, proveedores, empleados, etc. No debe ser un código para disciplinar a los empleados, sino para orientarles acerca de lo que no deben hacer -y lo que sí deben hacer: servicio al cliente, cooperación interna, pensar en el futuro…
  3. Establecer normativas internas que desarrollen el código ético. El código no debe bajar a detalles; otras normas se encargarán de ello. Pero, por favor, no caigamos en regular todo. Ya he contado alguna vez lo que leí hace tiempo en la portada del Wall Street Journal: ¿por qué es tan raro encontrar un coctel en Washington con tenedor y cuchillo? Respuesta: porque el código del Senado de los Estados Unidos establece que hay que pedir permiso para asistir a una comida, y se considera comida si hay tenedor y cuchillo.
  4. Contar con una Unidad Gestora del Código. Puede ser una persona, o un órgano colectivo, incluso la persona de mayor nivel en la organización. Pero alguien debe tener en la cabeza, continuamente, el desarrollo del código, la formación del personal, la comunicación de los temas éticos, etc. Pero ojo al riesgo de burocratizar la ética.
  5. Influir en el sistema de toma de decisiones. Claro: todas y cada una de las decisiones han de tomarse de acuerdo con los criterios éticos. Esto requiere muchos años de constancia, dice Alberto, hasta que esté arraigado el hábito de pensar siempre y en todo en términos éticos.
  6. Introducir la ética en los procesos operativos de recursos humanos. Porque la ética la ponen en prática las personas, lo que exige selección, convicción, formación, promoción…
  7. Ser transparentes. “Transparencia es poder explicar aquello que haces, con argumentos y con datos”. También lo que te gustaría hacer y no puedes hacer por falta de dinero, personas, ideas…
  8. Impulsar la diversidad. A mayor diversidad, más integridad. No es una panacea, pero sí es una buena protección contra el “siempre se ha hecho así”, “es nuestra manera de trabajar”, “el que se mueve no sale en la foto”…

Alberto acaba señalando que el problema es la ausencia de líneas rojas, que nunca se han de traspasar. Bueno, él explica mejor que yo todo lo que he puesto antes. Léanlo.

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